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Identidad Corporativa

La tendencia de hoy hacia el futuro

El siglo XX dice que fue el siglo del niño, de lo nuevo y de la innovación. Después de siglos y siglos donde lo que más se valoraba era el respeto a las tradiciones y conservar las estructuras existentes, el siglo XX vino a disrumpir todo eso. 

 

Desde la música, la moda, hasta los modelos gubernamentales vivieron cambios radicales. Acabaron muchos imperios, se crearon nuevos países, se expandieron las libertades individuales y crecieron las economías. 

 

En la alimentación se inventó la comida rápida. De niña no había nada que me gustara más que ir a McDonalds, donde no solo comía sino que me divertía y me daban juguetes. 

 

En la medicina evolucionamos radicalmente con vacunas y antibióticos que acabaron con enfermedades que mataban a cientos de miles de personas. 

 

En agricultura se inventaron fertilizantes y pesticidas que lograron cosechar masivamente para que la población ya no muera de hambre. 

 

Y como estos, hay avances en cada una de las industrias y sectores que se imaginen. Pero estos avances también generaron reacciones negativas en la sociedad y en el planeta. 

 

La comida rápida es más conveniente porque es más económica y rápido, pero generó mucha obesidad en la sociedad y la tendencia ahora es hacia una alimentación más saludable y la comida lenta; la agricultura con fertilizantes generó daño a las tierras y algunos tienen la hipótesis que tantos químicos en los alimentos ha generado más cáncer en las personas.

 

Ahora la tendencia es hacia lo orgánico en la alimentación. Las vacunas y antibióticos, han generado también sus controversias, algunos creen que no todas son necesarias, y que los médicos a veces abusan de la prescripción de antibióticos. Por eso mucha gente está regresando hacia medicinas naturales, y prácticas orientales mas holísticas para curar al cuerpo. 

 

Si bien el siglo XX fue entonces el siglo del niño, el siglo XXI trata sobre tomar lo mejor de lo nuevo y de lo tradicional y generar la mejor versión posible. No estamos en la época de desechar lo viejo para tomar algo radicalmente nuevo, sino tomar lo mejor de todo e innovar.

 

Entendiendo esto, entramos al mundo de las organizaciones.

Nos sentimos perdidos ante tanto movimiento y la infinidad de posibilidades que parecieran estar tan cerca pero al mismo tiempo muy lejos. Quienes somos, qué queremos hacer, son preguntas que nos cuesta contestarnos. Somos sociedades líquidas, como dice Bauman.

 

Tener un propósito, te hace sentir útil y ello te hace trascender.

De la obligación a la pasión 

Son las 5 de la tarde en otro día más de cuarentena. Mi hija tiene una clase de piano, ahora online, que debe tomar y no quiere hacerlo, está viendo tele. Como muchas veces me pasa esta entretenida con otra cosa y no quiere hacer su clase. ¿Qué hago? En mi mente me pasan todas las respuestas: Ya déjala; no, ya pagué las clases; le tengo que enseñar a ser constante; uff, que hueva el berrinche que me viene si la obligo; convéncela con paciencia; ofrécele un dulce. Ding ding ding, respuesta ganadora. La convencí.

 

La semana que viene misma situación. Y ahora, ¿qué hago? Premiar para que los niños hagan las cosas, o amenazarlos con castigos, funciona. Funciona a corto plazo, pero trae un backlash: ahora siempre le vas a tener que dar el premio para que vaya a su clase. Y su emoción que sentía al principio por ir a clases de piano, se ve esfumada, y ahora sólo le importa el premio. Así nos acostumbramos a educar, así fuimos educados. Y esa motivación extrínseca de premios y castigos nos acompaña en toda la escuela, universidad y luego en los trabajos.

 

Conozco muchas empresas que funcionan así: bonos si haces bien tu chamba, si vendiste un poco mas de lo esperado; y por otro lado, te recorto de tu sueldo el tiempo del retardo, el día que no viniste, o cuando te fuiste temprano. 

 

Daniel Pink, en su libro Drive, explica que desde la revolución industrial hasta hace tan solo unos años las personas se sentían motivadas por premios y castigos. Y eso era suficiente para que los empleados hagan lo que tengan que hacer. Pero ahora vivimos en una era muy diferente. Los trabajos de hoy requieren no que estés sentado haciendo algo manual, o físico una cierta cantidad de horas- sino miren ahora cuántas personas están haciendo trabajo remoto- sino que requiere el uso de la imaginación y creatividad para innovar y no quedarse atrás. Éstas habilidades no se promueven en un ambiente de premios y castigos, dice Pink. Las personas hoy, si bien queremos ganar buenos sueldos, nos mueve algo más que eso, nos impulsa nuestra motivación intrínseca.

 

La Motivación Intrínseca

Continúa el autor explicando que las motivaciones intrínsecas, cómo nos motivamos de ahora hacia el futuro, son tres: el continuo aprendizaje, la autonomía, y el propósito. Estas son las tres categorías que mueven internamente a las personas por hacer cosas sin premios ni castigos. 

 

En otro artículo profundizaré sobre cada uno de ellos porque vale la pena. Pero quería dejarles la pregunta, ¿están fomentando una cultura de premios y castigos en sus empresas y en sus familias?, o por el contrario, ¿lograr promover una cultura donde las personas se sigan desarrollando y sigan aprendiendo, donde tengas autonomía para decidir cómo hacen las cosas y en qué tiempos; y que trabajen por algo que los haga trascender como seres humanos?

 

La primera te da resultados a corto plazo muy buenos. Pero cuando se acaban los premios porque viene una crisis económica, ya no te va a funcionar. La segunda es sustentable en el tiempo. Los resultados son más lentos, a veces tienes que pelear los berrinches (de los niños y de los adultos) pero a la larga es la que vale la pena. 

 

En DAR tenemos un propósito que nos mueve a trabajar: transformar la obligación en pasión para liberar el potencial humano. Lo tenemos presente todos los días, y buscamos que cada persona viva una vida auténtica, con relaciones humanas fuertes y haciendo un trabajo trascendente. 

 

Cuando haces lo que te apasiona, aun hay momentos que te puedes frustrar o aburrir, pero regresas porque hay un llamado interno que te atrapa a hacerlo. Todos podemos vivir esa vida apasionante con nuestras tareas. Lo importante es no apagar el fuego. 

 

De equipos a tribus: la posibilidad de crecer a nuestro máximo potencial

Las organizaciones están compuestas por personas y son ellas las que crean el ritmo de la misma. Algunas organizaciones son muy efectivas, pero otras más jerárquicas, donde las decisiones toman más tiempo, las cosas pasan lento y las personas se detienen por sentir que deben esperar a que otros actúen para ellos poder continuar con su labor. 

 

Miles de libros y metodologías de “cómos” se han escrito para mejorar la productividad y eficiencia de las organizaciones. La mayoría se enfocan en la estrategia, pero como dice el gurú de los negocios Peter Drucker:  “la cultura se desayuna a la estrategia”. No hay estrategia que valga sin una cultura para ejecutarla. 

 

En DAR creemos que para que las organizaciones sean más productivas, felices y sustentables, deben tener una cultura funcional, coherente y auténtica. Por eso, en este artículo queremos ayudarte a identificar el nivel de cultura que se maneja dentro de tu organización, para que partiendo de ahí la puedas mejorar.  

 

identidad cultural

Si quieres conocer más de las zonas, conversemos. 

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